Dan P. McAdams, reconocido psicólogo que ha profundizado en la línea abierta por Erik Erikson sobre el desarrollo psicomadurativo del ser humano escribió en unas de sus últimas obras: «El precio que tenemos que pagar por la auto-regulación es la miseria. Pero la alternativa es peor: puro caos» (McAdams, 2015) p.97. Cuando McAdams dice esto tiene presente que la regulación puede acarrear grandes males tal y como Freud mostró al ver las consecuencias de la represión. Por otro lado McAdams también tiene en cuenta la situación de descontrol y caos fácil de percibir cuando el ser humano queda libre a la espontaneidad. Ante el miedo por el caos que es fácil de reconocer en unos adolescentes en conductas de riesgo (alcoholismo, drogas…), parece que la regulación es un «mal menor», es el «precio que tenemos que pagar«. Tomada esta decisión lo que resta es establecer un objetivo, pues toda regulación sirve, si y sólo si, hay un objetivo previamente definido que alcanzar. Parece que no se conoce una alternativa al caos distinta de la regulación. Pues bien, de esa alternativa deseada, buscada y no encontrada es lo que se estudió y lo que supuso la fundamentación teórica del programa educacional UpToYou.
El modelo regulatorio de la emoción es el modelo indiscutiblemente adoptado por la comunidad científica y en los programas de educación emocional reinante. En cambio tras cuatro años de investigación se descubre que caracterizar la educación emocional como integración al servicio del crecimiento es una mejor caracterización del mismo.
Distintas perspectivas filosóficas sustentan cada modelo. Si bien el modelo regulatorio de la emoción descansa en una concepción filosófica modernista, en cambio el modelo integrador de la emoción descansa en la conjunción de la filosofía antigua, moderna y personalista, jerarquizadas desde la personalista, acorde con la propuesta de Polo. Por ello no se pretende rechazar sin más la visión reguladora, sino corregirla para poniéndola en otro marco saber aprovechar lo bueno de ella. No se rechaza la visión moderna sino que se pone en otro contexto. Lo que se rechaza es descansar la propuesta educativa de forma exclusiva en la visión moderna. Tal corrección, en el ámbito emocional, pasa por el cambio de modelo de la regulación a la integración.
En el ámbito de la neurociencia hay un debate a la hora de entender el funcionamiento cerebral bien como diversos módulos de redes que guardan relaciones con funciones mentales o bien un funcionamiento cerebral sistémico de todo el cerebro de tal forma que no puede relacionarse directamente redes con funciones. La primera línea puede hablar de diversos módulos como por ejemplo un módulo puede ser para aspectos emocionales y otros aspectos visuales. En cambio, en la segunda visión ningún proceso mental se alcanza, si no se da una actuación integrada de todo el cerebro, pues todo participa en todo aunque no de la misma forma, según unas asambleas neurales temporales. La comprensión modular casa con la regulación emocional, pues el módulo cognitivo controla el emocional. En cambio, la comprensión integradora de las asambleas neurales temporales lo harían con la integración emocional, donde tanto emoción como cognición se deben a funcionamientos integrados y lo que se espera es una nueva forma de funcionamiento de todo el cerebro.
A nivel de la psicología el mismo debate se mantiene cuando aparece una visión del ser humano en el que el desarrollo se juega bajo las claves de auto-dominio, maestría, auto-control, auto-determinación o bien desde las claves de acoger lo recibido y perfeccionarlo con un claro protagonismo de la relación inter-personal, no como medio sino como referencia personal. Mientras que la primera línea el ser humano progresa extendiendo su maestría a diversos dominios o ámbitos de tal forma que parece que va conquistando cada vez más territorios. En cambio, en la segunda línea el crecimiento es global de la persona donde ya no hay dominios sino diferentes aspectos que crecen precisamente por su co-maduración. La visión de dominios concuerda con la regulación emocional, mientras que la línea de crecimiento personal lo hace con la integración emocional.
Así pues se dibuja un panorama desde la filosofía, neurociencia y psicología que guardan una correspondencia lógica clara entre ellas y se concreta en una visión determinada de la emoción.
La visión reguladora de la emoción supone:
a) Que existe una distancia regulador – regulado. Lo que pide que hayan un módulo cognitivo y un módulo emocional que sean identificables.
b) Que existe un punto de partida (situación emocional A) y que se ha determinado cual es el punto de llegada (situación emocional B)
c) Que el modulo cognitivo se relaciona con el módulo emocional de forma jerárquica de tal forma que se genera un cambio en el módulo emocional. Luego el módulo cognitivo básicamente permanece estable y el emocional es el que cambia.
La visión integradora de la emoción supone:
a) Ya no hay módulos cerebrales, sino que solo del funcionamiento global cerebral es de donde surgen todos los procesos mentales, cognición y emoción entre ellos.
b) La situación emocional personal podría ser utilizada como camino de conocimiento personal para descubrir el estado en el que se encuentra la persona y desde ahí proponer un camino de crecimiento personal. Al hablar de crecimiento se descubre que ya no es identificable el punto de llegada. Lo cual no quiere decir que todo tipo de desarrollo pueda ser calificado de crecimiento. Digamos que se dibuja una especie de “cono” y todos los puntos interiores al cono pueden ser descritos como situaciones de crecimiento y el punto exterior (estrella roja) sería calificado de no crecimiento.
c) En el crecimiento de un sistema todos los elementos cambian por las relaciones entre ellos. No hay crecimiento sectorial.