Autoestima y humildad: ¿son compatibles?

Felicidad y autoestima: una relación compleja

¡Muy bien! ¡Buen trabajo! ¡Qué bien lo has hecho! ¡Estoy orgullosa de ti! Parecen frases que potencian la autoestima de una persona, y las solemos escuchar -y emplear- mucho para felicitar a los demás y, al fin y al cabo, hacerles más felices. En el Día Internacional de la Familia os invito a pensar: ¿qué es tener una buena autoestima? ¿Quererse mucho a uno mismo? ¿Decirse mentalmente cosas bonitas? Entonces, ¿estamos educando personas sanas o una soberbia que se quiere tanto a sí misma que no puede ver ni querer a los demás? Puede que, aun con buena intención, nos relacionemos con nuestros hijos  -y también con los adultos- de manera que, en vez de prepararles para la vida y el encuentro con los demás, les encierre en sí mismos. Desde Acompañando el Crecimiento queremos centrarnos en potenciar la autoestima como una dinámica de relación y de encuentro, y no de mero gusto por la propia imagen. En una felicidad que nos permita vivir también en familia en paz y contentos con nosotros mismos y con los demás al mismo tiempo.

¿Cómo podemos educar la autoestima para el encuentro interpersonal?

La vida es compleja y rica en matices y experiencias, y la realidad es que no todo sale bien. Esto pasa en cualquier ámbito y a cualquier edad. Por eso, felicitar o reforzar sólo las experiencias de acierto, éxito o alegría y silenciar las de fracaso, error o frustración, por no molestar o entristecer a la persona, parece, por lo menos, injusto con la realidad. ¿Por qué tenemos miedo de corregir, de preguntarle al hijo que no ha hecho las cosas como debía o al alumno qué ha pasado con su trabajo? ¿Por qué tememos reconocer que también nos equivocamos? ¿Por qué no vivimos con más naturalidad los errores? 

Desde pequeños vivimos experiencias que nos resultan fáciles, y otras que nos cuestan más esfuerzo. De estas últimas, algunas  salen como esperábamos, otras no; en unas nos esforzamos, en otras no; unas nos ayudan, y lo esperábamos, en otras alguien nos ayuda por sorpresa, otras las afrontamos solos y en otras, incluso, rechazamos la ayuda que nos brindan. 

Algunas las hacemos para nuestro propio beneficio y eso termina ayudando a otros, otras no ayudan a otros, o incluso les hacen daño, y otras las llevamos a cabo buscando el bien de otra persona. Y como la vida es así de variada, no hace falta que nos preocupemos de pensar más cosas positivas que negativas, ni tampoco que tengamos miedo a recordar vivencias desagradables, o las veces en que metimos la pata o hicimos cosas, sin duda,  mejorables… Porque todo ello es parte de nuestra realidad, y la clave está en cómo vivimos estas situaciones en las relaciones con los demás, pues todas pueden ser oportunidad de encuentro. Te invito a que pienses: ¿cómo podemos animarnos unos a otros a compartir lo que sentimos en la familia o en el colegio? ¿Cómo nos podemos ayudar a saber qué pensamos? Y, sobre todo, ¿cómo nos podemos ayudar para que lo que hacemos, agradable o desagradable, nos ayude no solo a nosotros mismos sino también a los demás?

Así descubriremos la verdadera fuente de la autoestima, sin confundirla con las habilidades o debilidades. Las queremos conocer y ponerlas al servicio de los demás

Creciendo en los aciertos y en los errores

Cuando uno se pregunta cómo es, o si le gusta cómo es, lo importante de la pregunta no es la respuesta, sino hacernos la pregunta. Si me gusta cómo soy y estoy contento y tranquilo con mi forma de ser o hacer las cosas, puede que sea buena señal… o, puede significar también que me falte pensarlo un poco más, o contrastarlo con alguien. Si no me gusta cómo soy y no estoy tranquilo y contento con mi vida, puede que sea buena señal si eso me ayuda a buscar nuevas formas… o mala señal si me quedo parado y no  busco ayuda. La clave: pensar siempre cómo podemos crecer, en lo que hacemos mejor y en lo que fallamos más. Y así, ni un éxito indica que soy un crack, ni un fracaso supone que soy un desastre. Acertar y errar son dos experiencias naturales en la vida de cualquier persona, que va ganando experiencia y, al mismo tiempo, no lo sabe todo.

Algunos errores sobre la felicidad y la autoestima

¿Siempre es bueno que a uno le guste cómo es? ¿Hay algún momento en que puede ser bueno que no me guste cómo soy? Como hemos evidenciado antes, ser feliz no pasa por la experiencia de decir “encantado de conocerme”, porque en la vida lo normal es tener alegrías y también crisis, y muchas veces el descontento con uno mismo nos puede motivar a cambiar, mejorar y crecer, tratar mejor a los demás o a sí mismo… ¡Pensemos en nuestra experiencia de vida! En AeC os proponemos un primer reto: suspender la preocupación por que las personas estén contentas con su vida (más bien parece que esto será el fruto, la señal o indicador de una persona con unas relaciones sanas) y centrarnos en cuidar las relaciones con las personas que nos rodean

Otro posible error es pensar que uno será feliz cuando quiere lo que se propone. Y lo cierto es que uno puede saber hacer muchas cosas y no estar contento con su vida, sentirse una especie de robot. Y otro puede no saber hacer muchas cosas o no poder hacerlas, por enfermedad u otro motivo, pero estar feliz… Así que para ser feliz hace falta tener en cuenta la autoeficacia… y más elementos.

También sería equivocado pensar que autoestima equivale a bienestar. Entonces, lo que haremos para hacer feliz a las personas es brindarles experiencias de comodidad, placer… A una persona a la que le demos la razón y le quitemos el mayor número de problemas posible, calma… será feliz. Pero tampoco parece muy realista ni esperanzador, porque también sabemos que se puede estar mal durante una temporada y que eso no nubla toda la vida.

Por lo tanto, ¿uno es quien decide ser feliz, al margen de las circunstancias, al margen de los demás? ¿Uno puede estar feliz si no se lleva bien con nadie o con casi nadie? ¿Uno está contento y piensa bien de sí mismo cuando le da igual lo que piensen los demás? Muchas veces, intentando ser felices, buscamos en el lugar equivocado, o lo hacemos de la forma equivocada. Porque no todos los motivos para vivir nos llevan a estar tranquilos y contentos. 

Nuestro reto: ser felices cuidando nuestra relación con los demás

Nuestra felicidad está muy ligada a las demás personas, por lo que la persona vivirá con una sana autoestima cuando se perciba como persona. ¿Y cómo ocurre eso? Cuando descubrimos que otros no nos tratan por nuestras características, ni por lo que hacemos, sino por lo que somos. Alguien apuesta por mí, y entonces descubro ese valor en mí, descubro que mi vida es causa de felicidad para otros, lo cual me da mucha entereza ante las dificultades.

Esa es la autoestima: el reflejo de una experiencia personal, bien concreta, de sentirse querido aun cuando uno no ha sido bueno, de que no se nos trata de acuerdo a lo que hacemos, sino a lo que somos. Así, uno podrá estar contento y pensar bien de sí mismo cuando descubra que, aunque se equivoque, otros siguen esperando cosas de él, le siguen preguntando qué le pasa o cómo está, en definitiva, le siguen queriendo.

Tú también puedes preguntarte hoy en qué momentos en casa, con tu familia o en cualquier otro ambiente nos estamos queriendo más allá de que acertemos o no, y cuándo nos estamos queriendo de otra forma menos energizante y más condicionada a lo que hagamos. Y podemos pensar juntos también cómo ayudarnos para querernos incondicionalmente, para alegrarnos juntos cuando las cosas salen bien, y para acogernos cuando no han salido como queríamos, y pensar juntos cómo aprovechamos el error para mejorar.

Así, crecemos en humildad a la par que en autoestima. ¡Qué reto tan complejo! Pero posible y necesario si queremos ser felices, más allá de la autoeficacia, más allá del bienestar… en cualquier situación, ámbito y edad. Crecemos gracias a nuestras relaciones con los demás. ¿Por qué no empezar hoy, a cuidar a quienes forman nuestra familia? 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.